Tradicionalmente, el interiorismo ha sido el arte del diseño de los ambientes. Si tenemos en cuenta que el diseño tiene como fin conseguir espacios y objetos que sean estéticos y funcionales a la vez, el interiorismo es un proceso a través del cual, el interior de los edificios se diseña, preocupándose por todos los aspectos del uso humano; y tiene como principal objetivo, convertir un espacio en habitable y personal.
De la misma manera que el diseño gráfico se encarga de comunicar por medio de imágenes, el diseño de los interiores, consiste en el ordenamiento del espacio para transmitir mensajes específicos desde la perspectiva de lo sensorial.
Desde 2003, un equipo de neurocientíficos estudia la forma en la que el entorno afecta las emociones y los estímulos que recibe el cerebro, la relación existente entre los procesos cerebrales y los entornos arquitectónicos, y su impacto en nuestra salud emocional y física. Estos estudios afirman que los espacios pueden influir en nuestras emociones, debido a que las edificaciones nos sumergen en ciertos estados de ánimo, ya que la mente se ve influenciada por el entorno.
La neurociencia nos propone que la relación entre el espacio construido y la mente va más allá de la estética y la funcionalidad, y que son las emociones las que conducen al cerebro, que el pensamiento es intuitivo, rápido y puramente emotivo. Si esto se tiene en cuenta, pueden conseguirse resultados específicos considerando los efectos anímicos y psicológicos que un determinado espacio tiene sobre las emociones.
Así, el interiorismo no pretende decorar el espacio, sino que crea uno nuevo, un cambio de enfoque, busca aprovechar al máximo las posibilidades del espacio en cuanto a estética y funcionalidad y, además, crear una experiencia sensorial del lugar y ambiente, dando así el toque humano al diseño arquitectónico.
Muy buen articulo, muy recomendable! Un cordial saludo.